
El ingreso de Orlando Berrío fue fundamental para la remontada azul en la noche sabatina.
Corría el minuto 9 del segundo tiempo, Millonarios perdía por la mínima diferencia tras un error de Franco en la salida muy temprano en el partido y acababa de jugar el que, tal vez, fue el peor primer tiempo del equipo azul en todo el año. Esos 9 minutos del arranque del complemento habían sido un espejo de lo que se había visto en toda la etapa inicial. Ríchard Páez decidió hacer la primera sustitución de la noche y ese movimiento fue el que cambió completamente los papeles.
Orlando Berrío, tal vez el jugador más resistido por la hinchada después de Leonardo Castro por su pasado verde y sus presentaciones anteriores, ingresó al terreno de juego en lugar de Ómar Vásquez, quien tuvo una noche para el olvido: lució individualista, haciendo una de más, dando muchas vueltas con la pelota sin pasarla ni soltarla y ocasionando muchos balones perdidos y muy pocas opciones de gol.
A partir de ese momento Millonarios tuvo una cara distinta en ataque, fue más vertical, más dinámico y más rápido. El ingreso de Berrío le dio a Millos el oxígeno necesario para atacar con la velocidad necesaria cuando se llegaba a tres cuartos de cancha. El equipo predecible al que el Medellín le tenía la medida desapareció y desde ese momento el equipo rojo paisa, que controlaba con total tranquilidad el resultado a favor, empezó a pasar angustias y cada llegada azul era un peligro para ellos.
El empate llegó a los tres minutos del ingreso de Berrío al campo y la victoria a cinco del final en una acción en la que el 28 azul fue participante activo: recibió el pase de Máyer entrando al área y puso la asistencia a Osorio ante la salida del portero para dejarlo servido al goleador con el arco solo. Orlando Berrío pudo llegar más tranquilo que nunca a su casa anoche y jugó uno de los mejores partidos desde que llegó al azul junto con el clásico de Copa Colombia, su ingreso fue el cambio del cambio, la sustitución que hizo que Millonarios tuviera otra cara, cambiara el libreto y pudiera remontar un resultado adverso que se veía bastante difícil y que todavía lo deja con vida en el Apertura.
Orlando Berrío, tal vez el jugador más resistido por la hinchada después de Leonardo Castro por su pasado verde y sus presentaciones anteriores, ingresó al terreno de juego en lugar de Ómar Vásquez, quien tuvo una noche para el olvido: lució individualista, haciendo una de más, dando muchas vueltas con la pelota sin pasarla ni soltarla y ocasionando muchos balones perdidos y muy pocas opciones de gol.
A partir de ese momento Millonarios tuvo una cara distinta en ataque, fue más vertical, más dinámico y más rápido. El ingreso de Berrío le dio a Millos el oxígeno necesario para atacar con la velocidad necesaria cuando se llegaba a tres cuartos de cancha. El equipo predecible al que el Medellín le tenía la medida desapareció y desde ese momento el equipo rojo paisa, que controlaba con total tranquilidad el resultado a favor, empezó a pasar angustias y cada llegada azul era un peligro para ellos.
El empate llegó a los tres minutos del ingreso de Berrío al campo y la victoria a cinco del final en una acción en la que el 28 azul fue participante activo: recibió el pase de Máyer entrando al área y puso la asistencia a Osorio ante la salida del portero para dejarlo servido al goleador con el arco solo. Orlando Berrío pudo llegar más tranquilo que nunca a su casa anoche y jugó uno de los mejores partidos desde que llegó al azul junto con el clásico de Copa Colombia, su ingreso fue el cambio del cambio, la sustitución que hizo que Millonarios tuviera otra cara, cambiara el libreto y pudiera remontar un resultado adverso que se veía bastante difícil y que todavía lo deja con vida en el Apertura.
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